Todos quieren conocer y realizar la Verdad, pero la Verdad no puede ser conocida y realizada como Verdad, a menos que a la ignorancia se la conozca y se realice como ignorancia. De ahí surge la importancia de comprender qué es Maya, o el principio de ignorancia. La gente lee y oye muchas cosas acerca de Maya, pero pocos pueden comprender lo qué Maya realmente es. No es suficiente comprenderla superficialmente, sino que es necesario comprenderla como Maya es, en su realidad. Comprender qué es Maya, o el principio de ignorancia, es conocer la mitad de la Verdad del universo. La ignorancia en todas sus formas debe desaparecer si el alma ha de establecerse en el estado de conocimiento del Ser.
Por lo tanto, es imperiosamente necesario que la humanidad sepa qué es lo falso y se libre de lo falso sabiendo que lo es. ¿Cuál es la esencia natural de la falsedad? Si sabemos que lo verdadero es verdadero o que lo falso es falso, no existe la falsedad sino una forma de conocimiento. La falsedad consiste en considerar que lo verdadero es falso o lo falso verdadero, o sea, pensar que algo es distinto de lo que realmente es en sí mismo. La falsedad es un error al juzgar la naturaleza de las cosas, la naturaleza de los hechos.
En términos generales, hay dos clases de conocimiento: los juicios puramente intelectuales acerca de los hechos de la existencia, y los juicios de valoración, los cuales implican apreciar lo que las cosas valen o importan. Los juicios puramente intelectuales o las creencias, o las suposiciones adquieren importancia porque se relacionan de algún modo con valores. En sí mismos son muy poco importantes cuando están separados de los valores. Por ejemplo, nadie se interesa mucho en contar exactamente el número de hojas de un árbol en especial, aunque, desde el punto de vista puramente teórico, esta información sería una forma de conocimiento. A esta información o conocimiento se la considera sin importancia porque no está conectada vitalmente con otros valores. El conocimiento intelectual se torna importante cuando permite que el hombre realice ciertos valores dándole el control de los medios para realizarlos, o cuando al conocimiento intelectual se lo evalúa como un factor importante, modificando o de algún otro modo afectando los valores aceptados.
Así como hay dos clases de juicio, de igual modo hay dos clases de falsedad: errores al aceptar como hechos cosas que no son hechos y los errores que se cometen al evaluar. Los errores al evaluar pueden cometerse de los siguientes modos: 1) al considerar que es importante lo que no lo es; y 2) al considerar que no es importante lo que es importante; o 3) al dar a una cosa una importancia distinta de la que realmente tiene. Todas estas falsedades son creaciones de Maya.
Aunque Maya incluye todas las falsedades desde el punto de vista espiritual, hay algunas falsedades que importan y otras que no importan mucho. Si una persona ocupa un trono para elevarse más de lo que ella es, eso sería una falsedad, pero no importaría mucho. Por otra parte, si una persona considera que ese trono es lo único importante en su vida, eso sería una falsedad que afectaría el curso y el significado de su vida. En definitiva los errores que se cometen al evaluar tienen mucho más efecto sobre los efectos de desacertar, desnaturalizar y limitar la vida que los que se cometen con juicios puramente intelectuales acerca de ciertos hechos objetivos de la vida, de la existencia.
Los errores que se cometen al evaluar surgen debido a la influencia de deseos, de pretensiones de carácter subjetivo. Los verdaderos valores son los que pertenecen a las cosas que lo merecen por derecho propio. Son intrínsecos, son absolutos y permanentes, sin que sean susceptibles de cambiar con el tiempo o de una persona a otra. Los valores falsos derivan de deseos, de ansias, de aspiraciones y pretensiones. Dependen de factores subjetivos y al depender de éstos factores subjetivos, son relativos y efímeros, y susceptibles de cambiar de tiempo en tiempo y de una persona a otra.
Por ejemplo, un individuo que tiene mucha sed y está en un desierto como el del Sahara piensa que no hay nada más precioso que el agua, mientras quien tiene agua en abundancia y no está muy sediento, no asigna la misma importancia al agua. Del mismo modo una persona que tiene hambre considera que la comida es importantísima, pero el individuo que cenó opíparamente no piensa en comida hasta que vuelve a tener hambre. Lo mismo se aplica a los deseos intensos, a la lujuria, los cuales proyectan valores imaginarios y relativos sobre objetos que logran satisfacer esa lujuria o esos deseos.
El valor de los objetos sensorios es grande o pequeño de acuerdo con la intensidad o con la urgencia con los cuales se los desea. Si la lujuria o el deseo intenso aumentan, los objetos correspondientes que satisfacen esa lujuria o esos deseos asumen mayor importancia. Si su intensidad o su urgencia disminuye, los objetos también pierden considerable importancia. Si la lujuria y los deseos intensos aparecen intermitentemente, los objetos retienen su valor potencial al estar latentes la lujuria y los deseos intensos, y el valor correspondiente varía cuando se ponen de manifiesto. Estos son falsos valores porque no son inherentes a los objetos mismos. Cuando surge el verdadero conocimiento está lujuria y estos deseos desaparecen por completo, entonces los objetos, a los que por obra de aquella lujuria y aquellos deseos se les daba una gran importancia, pierden inmediatamente esa tan valorada importancia, y se presentan como objetos carentes de sentido, carentes de valor.
Así como se considera falsa a una moneda que no es de curso corriente, aunque de alguna manera exista, a los objetos vinculados a la lujuria y a los deseos se los considera falsos cuando se observa su vacuidad, aunque estos objetos siguieran siendo contemplados, percibidos de alguna manera. Todos existen, y se los puede conocer y ver, pero ya no significan lo mismo. Estos objetos hacen falsas promesas de realización a una imaginación que está desnaturalizada, corrompida por la lujuria y por los deseos; sin embargo, cuando la percepción es serena y constante, se ve que estos objetos no tienen importancia ya que se los considera separados del alma.
Cuando muere un ser querido hay dolor, se experimenta soledad, pero esta sensación de pérdida tiene sus raíces en el apego a la forma independientemente del alma. Lo que desaparece es la forma, no el alma. El alma no muere; en su verdadera naturaleza ni siquiera se marcha pues está en todas partes. No obstante, por apego al cuerpo, a la forma se la consideró importante. Las ansias, los deseos, las emociones y los pensamientos se centraron en la forma, cuando ésta forma desaparece con la muerte crea un vacío que se expresa cuando extrañamos aquellos que se han ido.
Si a la forma como tal no se la hubiera sobrecargado, impregnado de una falsa importancia, no nos llenaríamos de congoja extrañando a la persona que partió. El sentimiento de soledad, el recuerdo persistente del ser amado y el anhelo de que aún esté presente, las lágrimas de aflicción, y los suspiros por esa separación se deben en su totalidad a una evaluación falsa, al trabajo de Maya. Cuando a lo que no es importante se lo considera importante, estamos en presencia de una de las principales manifestaciones del trabajo de Maya. Desde el punto de vista espiritual esto es una forma de ignorancia.
Por otra parte, el trabajo de Maya también se expresa haciendo que lo importante parezca sin importancia. En realidad, lo único que tiene importancia es Dios, pero a muy pocas personas les interesa realmente Dios por sí mismo. Si es que las personas de mentalidad mundana se vuelven hacia Dios, es principalmente debido a sus propósitos egoístas y mundanos. Lo que buscan es satisfacer sus propios deseos, esperanzas e incluso venganzas mediante la intervención del Dios que ellos imaginan. No buscan a Dios como la Verdad. Desean todo, salvo la única Verdad, a la que consideran sin importancia. Esto es nuevamente ceguera causada por el accionar de Maya. La gente busca su felicidad por medio de todas las cosas, salvo Dios, quien es la única fuente infalible de alegría permanente.
El trabajo de Maya también se expresa haciendo que la mente de a una cosa una importancia distinta de la que realmente tiene. Esto sucede cuando a los ritos, ceremonias y otras prácticas religiosas externas se los considera fines en sí mismos. Tienen su propio valor como medios orientados hacia un fin, como vehículos de la vida, como instrumentos expresivos, pero tan pronto se arrogan derechos, se les da más importancia de la que les pertenece. Cuando se los considera importantes en sí mismos, atan la vida en lugar de servir al propósito de expresarla. Cuando a lo que no es esencial se le permite que predomine sobre lo esencial dándole una importancia equivocada, entonces tenemos la tercera forma principal de ignorancia relacionada con la evaluación. Esto es, una vez más, el trabajo de Maya.