La Unidad absoluta prevalece en la Realidad. El espacio y el tiempo son sólo ilusión. Pura ilusión. Son solo el efecto del reflejo de la infinitud de Dios. Cuando el hombre conoce la Realidad, la Última Realidad, desaparece el reflejo que lo había apartado de ella y experimenta lo absoluto de la Unidad absoluta de Dios. Cuando ese Ser, que ha experimentado la realidad, continúa su vida en la Ilusión, y vive sobre la Tierra como un Hombre-Dios, o Maestro Perfecto, con su experiencia permanente de la Realidad absoluta, sirve como eje alrededor del cual gira todo el universo cósmico. Cada punto del cosmos es equidistante respecto del Maestro Perfecto, quien vive en la Ilusión como núcleo central del cosmos.
Aunque el Maestro Perfecto permanece en la ilusión como centro de la periferia cósmica e irradia uniformemente su influencia sobre todo el universo, en el transcurso de su vida congrega alrededor de sí mismo a doce hombres que se conectan directamente con Él y hacen del Maestro su centro de interés. Mediante su asociación constante y estrecha con Él en el pasado –precisamente en las primeras etapas evolutivas de la consciencia– estos hombres cosechan ahora el máximo beneficio cuando aquél con quien estuvieron estrechamente asociados en el pasado se convierte en un Maestro Perfecto. Este grupo de doce hombres se llama el círculo de un Maestro Perfecto. Sin embargo, a este grupo de doce hombres se suman dos mujeres, las cuales completan en todos sus aspectos al círculo de un Maestro Perfecto. Estas dos mujeres también deben su posición en el círculo a su pasada conexión con el Maestro Perfecto.
Uno o más de estos seres humanos estrechamente asociados con el Maestro Perfecto realizan el estado Divino durante o después de la vida del Maestro Perfecto y, en algunos casos, después de una reencarnación o unas pocas vidas más. Sin embargo, el Maestro Perfecto cumple sus obligaciones estableciendo su círculo durante su vida, y el máximo bien que él otorga es la realización de Dios, con toda su perfección, por lo menos a un integrante de su círculo.
Esto es diferente en el caso del Avatar, quien tiene un total de diez círculos. El primer círculo, o círculo interno del Avatar consiste en doce hombres, a los que se suman dos mujeres; y cada uno de los nueve círculos externos siguientes consiste en doce personas (hombres y mujeres). En total hay ciento veinte personas en los diez círculos del Avatar, más las dos mujeres del círculo interno las cuales complementan aquel círculo particular: ciento veintidós en total. Una o más personas de los ciento ocho miembros de los nueve círculos externos realizan el estado Divino durante o después de la vida del Avatar, y algunos en la siguiente encarnación o después de unas pocas reencarnaciones.
Como en el caso del círculo del Maestro Perfecto, el círculo interno del Avatar consiste en doce hombres, a los que se suman dos mujeres. La diferencia entre el círculo del Maestro Perfecto y el círculo interno del Avatar consiste en que el Maestro Perfecto establece su círculo con aquellos que estuvieron estrechamente conectados con él desde las primeras etapas evolutivas de su consciencia. Pero el Avatar, en sus advenimientos actuales, no pasa por el proceso de la evolución, la reencarnación y la involución; por lo tanto, no tiene los mismos vínculos asociativos para establecer nuevamente su círculo interno, el cual es siempre el mismo en todos sus advenimientos. Con su descenso a la Tierra, el Avatar trae consigo, por así decirlo, la asociación de su círculo interno.
La conexión del círculo interno en relación con el Avatar podemos compararla con la de una persona que se asocia con catorce partes de su propio cuerpo: dos ojos, dos oídos, dos fosas nasales, la boca, dos manos, dos piernas, los genitales, el ano y el tronco del cuerpo. Tan pronto nace el individuo, utiliza directamente estas catorce partes de su cuerpo y, a la vez, estas partes responden individual o colectivamente a sus dictados. De manera parecida, con el advenimiento del Avatar a la Tierra, su círculo interno con las mismas doce individualidades y las mismas dos individualidades que se le suman empiezan directamente a funcionar de manera individual y colectiva, de acuerdo con los dictados del Avatar mismo.
Con cada advenimiento del Avatar a la tierra, los doce hombres del círculo interno más las dos mujeres se congregan en torno de la personalidad del Avatar, como los mismos catorce tipos de individualidades. Estas catorce individualidades diferentes, en forma de personalidades distintas , ocupan siempre sus funciones respectivas siempre que el Avatar se manifiesta en la Tierra. Y durante y después de la vida del Avatar, funcionan individual y colectivamente del mismo modo que sus predecesoras, quienes han ocupado y funcionado en los mismos roles del círculo interno durante los pasados advenimientos del Avatar.
Por lo tanto, no sería erróneo decir que, con la nueva venida de Cristo, vienen Pedro, Judas y todos sus apóstoles. Pero esto nunca puede significar que sea el mismo Pedro o el mismo Judas quien reencarna una y otra vez. Ellos nunca pueden reencarnar, pues todas las personalidades individuales del círculo interno del Avatar llegan a realizar a Dios en cada período Avatárico, durante o inmediatamente después de la vida del Avatar. La reencarnación es imposible una vez que se realizó a Dios. Esta regla tiene una sola excepción y es el Avatar, quien viene una y otra vez para redimir a la humanidad.
No son las mismas personalidades individualizadas del círculo interno las que reencarnan; son las individualidades de sus respectivas funciones, son las funciones las que permanecen y las que llegan con cada advenimiento del Avatar. Esto es así porque, en todos los advenimientos del Avatar, cada uno de los doce hombres y dos mujeres del círculo interno ocupa exactamente el mismo puesto y funcionan exactamente de la misma manera, por cuanto se dice que el Avatar siempre trae consigo el mismo círculo, en cuanto a funciones, no en personas. Tan pronto el velo con el que el Avatar desciende a la Tierra es rasgado –por los Maestros Perfectos, aquellos Maestros que están en vida– y el Avatar realiza su Estado Avatárico, los doce hombres y las dos mujeres se agrupan automáticamente en torno de la personalidad del Avatar para ocupar sus respectivas posiciones en el círculo interno y para funcionar como de costumbre, de acuerdo a los dictados del Avatar de la Era.
La posición del Avatar respecto del círculo interno y su función puede compararse con una persona dormida. Tan pronto se la despierta con algún medio externo, el individuo descubre espontáneamente que todas las catorce partes de su cuerpo (antes mencionadas) ya están ahí cumpliendo sus respectivos roles, listas para funcionar ante su más leve deseo. De manera parecida, tan pronto uno, dos o más de los cinco Maestros Perfectos de la época hacen que el Avatar realice su Estado Avatárico, Él Avatar advierte que las catorce personalidades, con sus roles característicos del círculo interno, están listas para cumplir con sus deberes establecidos.
Necesitaríamos todo un libro para explicar pormenorizadamente por qué estas catorce personalidades particulares ocupan estas posiciones en cada advenimiento del Avatar. ¿Quiénes pueden llegar a ser los catorce miembros? ¿Y cómo se agregan al círculo interno del Avatar? Estas preguntas demandarían más libros aún para contestarlas con una explicación. Basta decir que, cuando cada una de estas catorce personalidades particulares ocupa su puesto y funciona en el círculo interno, no sólo debe parecerse a la individualidad característica de su predecesor o predecesora en los anteriores advenimientos del Avatar, sino que también debe ser exactamente similar en todo aspecto. Por ejemplo, Pedro ocupaba uno de los sectores del círculo interno de Jesús el Cristo. En el “segundo advenimiento” de Cristo, este sector particular deberá ocuparlo otro Pedro, al que podemos llamar “A” pero que tiene las mismas cualidades de mente y corazón, y demás características que tenía Pedro. Lo mismo se aplica a los roles ocupados por Judas, Juan, Santiago y otros que pertenecieron al Círculo interno en la época de Jesús el Cristo.
Todos los catorce miembros del círculo interno del Avatar realizan a Dios por la gracia del Avatar durante el mismo período Avatárico, el cual tiene una duración de cien años después de la manifestación del Avatar sobre la Tierra.
Respecto de los círculos externos del Avatar, ninguna de las ciento ocho personas de los nueve círculos ocupa puestos parecidos a los ocupados por los del círculo interno. Todas estas ciento ocho personas llegan a Realizar a Dios por la gracia del Avatar, pero no necesariamente durante el período Avatárico. Estas ciento ocho personas de los círculos externos tienen sus respectivos lugares en los nueve círculos de acuerdo con sus conexiones pasadas con los miembros del círculo que los precedió. Por ejemplo, los miembros del segundo círculo de doce personas, a continuación del círculo interno, se agrupan en torno del Avatar de acuerdo con sus conexiones pasadas con los miembros del círculo interno. De manera parecida, las doce personas del tercer círculo, a continuación del segundo, se agrupan en torno del Avatar de acuerdo con sus pasadas conexiones con los miembros del segundo círculo, y así sucesivamente con todos los siete círculos restantes.