Si experimentas el mismo anhelo y la misma sed de unión conmigo como quien tras estar durante días bajo el ardiente sol del Sahara anhela el agua, entonces Me realizarás.
Si alcanzas una paz semejante a la de un lago congelado, entonces también Me realizarás.
Si tienes la humildad de la tierra, a la que se puede moldear de cualquier forma, entonces Me conocerás.
Si experimentas la desesperación que hace que un hombre se suicide y sientes que no puedes vivir sin Mí, entonces Me verás.
Si tienes la fe total que Kalyan tuvo en su Maestro al creer que era de noche, aunque fuera de día porque su Maestro lo decía, entonces Me conocerás.
Si tienes la fidelidad de tu respiración que te acompaña hasta el final de tu vida, incluso sin que la percibas constantemente, tanto en la felicidad como en el sufrimiento, sin volverse nunca contra ti, entonces Me conocerás.
Cuando tu amor por Mí te aleje de tu lujuria por las cosas de los sentidos, entonces Me realizarás.
Si tienes la cualidad del servicio desinteresado sin que te afecten los resultados, una cualidad parecida a la del sol, el cual sirve al mundo brillando sobre toda la creación en la hierba de los campos, en las aves del cielo, en los animales del bosque, y en toda la humanidad con sus pecadores y santos, y con sus ricos y pobres, indiferente a la actitud que tengan para con él, entonces Me ganarás.
Si renuncias por Mí a todo lo físico, mental y espiritual, entonces Me tendrás.
Si tu obediencia es tan espontánea, completa y natural como la luz lo es para los ojos o el aroma para la nariz, entonces vendrás a Mí.
Si tu entrega a Mí es tan incondicional como la de quien, sufriendo de insomnio, se entrega súbitamente al sueño sin temor de desaparecer, entonces Me tendrás.
Si el amor que tienes por Mí es el mismo amor que San Francisco tuvo por Jesús, entonces no sólo Me realizarás, sino que también Me complacerás.
— Meher Baba