La consciencia, que evoluciona de una especie a otra, avanza paso a paso, y muy raras veces dando saltos. Pero no debemos interpretar rigurosamente los diversos pasos de la evolución a medida que avanza. Si se extingue una especie en particular, su propósito espiritual puede ser llevado a cabo por alguna otra especie afín, o por más nacimientos en una especie complementaria, o por expresiones deficientes y parciales por medio de una especie ligeramente superior. En pocas palabras, la evolución aprovecha las innumerables opciones disponibles. Jamás podrá frustrarse con vacíos constituidos por especies extinguidas o eslabones perdidos.
Aunque los canguros, las grullas americanas o cualquier otra especie vegetal o animal se extingan, ni detendrán ni impedirán el avance de la corriente de vida. Tampoco se frustrará el verdadero propósito de la evolución, el cual consiste en alcanzar la consciencia plena. Aunque hubiera cien eslabones perdidos, la corriente de vida que avanza podrá forjar nuevas especies adecuadas o hacer uso de las especies existentes.
Sin embargo, un hecho interesante, que requiere especial mención, es que, en la transición de una especie a otra, por cada transición de esa índole existe una sub-especie o una forma de doble faz. Por así decirlo, no sólo puede mirar sino también moverse en dos direcciones opuestas. Con igual facilidad puede mantenerse en contacto con las especies de las que se está desprendiendo y con las nuevas especies en las que se está plasmando. Esta forma intermedia ha de ser capaz de moverse hacia atrás y hacia adelante. Es absolutamente necesaria para las transiciones de una especie a otra.
Algunas especies representan una ayuda y otras un obstáculo para que la corriente de vida siga avanzando. Por ejemplo, los hierbajos retardan el desarrollo de formas superiores de vegetales en general. El papel que ellos cumplen en la vida vegetal puede compararse con el de las razas primitivas del mundo civilizado. Pero su función no es meramente negativa. Por el hecho de competir con formas vegetales superiores, potencian a éstas mucho más en su lucha por la vida. Sin embargo, la jerarquía espiritual de una especie no siempre es determinada por su utilidad para alguna otra especie. La ortiga no es necesariamente inferior en su evolución por el solo hecho de producir picazón en quienes la tocan. Pensar así sería adoptar un punto de vista meramente antropocéntrico de la Creación. Para ver las cosas en su perspectiva correcta, tenemos que ver todas las formas, incluidas las humanas, como evolucionando para realizar la vida divina, única y eterna.
En su autorrealización creadora, la corriente de vida que avanza puede forjar y realmente forma nuevas especies, como por ejemplo, híbridos naturales o artificiales en los reinos vegetal o animal. Hasta los híbridos producidos por el hombre con plantas y animales pueden convertirse en un instrumento para acumular nuevas experiencias en la ascendente escala de la evolución. Pero no es obligatorio que cada alma humana pase por estas formas híbridas. El alma puede reunir estas experiencias mediante la especie madre de la que los híbridos nacieron.
Sin embargo, a veces la evolución se acelera por medio de formas híbridas, y esto se aplicaría a los nacidos de matrimonios interraciales.
La corriente de vida crea numerosas formas a medida que avanza. Pero ninguna de ellas ha de considerarse como una jaula que limite y encauce las experiencias acumuladas de manera que excluya la intercomunión con otras formas de la misma especie o incluso con formas de otras especies. Los seres humanos se comunican entre sí y evolucionan juntos por el intercambio de experiencias. Del mismo modo, algún tipo de intercomunicación es un factor importante incluso en el mundo vegetal y animal. El intercambio de experiencias y la evolución conjunta no son necesariamente condicionados por el uso del lenguaje hablado o escrito, el cual facilita el aprovechamiento de las experiencias de unos con otros.
Los hombres pueden entenderse mediante el lenguaje hablado o escrito y tener una oportunidad para compartir la vida con otros, pero los animales también comparten juntos la vida, a pesar de que ese lenguaje está ausente. Hasta los animales y las plantas tienen su propio lenguaje, el cual es un modo de intercomunión parcial o rudimentaria. Ellos comparten la vida con otras formas, y avanzan juntos. En realidad, todas las formas y especies viven en el mundo en común. No sólo comparten la vida con formas de su propia especie sino también con formas de otras especies. Así, aves, animales, plantas y seres humanos, y todo lo que vive y respira, efectúan sus contribuciones para que se despliegue la vida de cada uno. El despliegue de la Divinidad en la vida es una empresa común, no se trata de una realización exclusiva.
Ni siquiera la evolución de los ángeles y arcángeles (con todas sus jerarquías) ha de considerarse una corriente exclusiva de la vida que avanza. Ellos pueden encarnar entre los seres humanos y vincularse con la corriente humana de la vida. También están sujetos a las leyes de los ciclos, y todo lo que les sucede está sujeto al control de los Maestros Perfectos.
En la creación sub-humana, la reencarnación de la consciencia evolucionada tiene lugar por medio de la matriz sutil, de la que, en una etapa posterior, se desarrolla un cuerpo sutil totalmente formado. Los vegetales y animales no han desarrollado plenamente un cuerpo sutil, pero la matriz sutil rudimentaria toma forma gradualmente de acuerdo con la etapa evolutiva alcanzada. Esta matriz sutil es el vehículo que permite que la consciencia humana se transmute de una especie a otra. También es el medio en el que las criaturas sub-humanas viven en el astral antes de ocupar una nueva forma densa.
Por regla general, la corriente de vida avanza por medio de los opuestos. Por ejemplo, los hombres, que otrora aparecieron con una mentalidad brillante en el mundo denso, a veces carecen de ella en una encarnación subsiguiente. Por supuesto, esa brillante capacidad mental, que otrora adquirieron, queda en el cuerpo mental y de ninguna manera es destruida. Pero la lógica intrínseca del avance espiritual del alma puede acarrear a ésta a un período en el que esta brillante capacidad mental queda fuera de su alcance. Los opuestos de la experiencia son igualmente necesarios para que la comprensión espiritual se ponga plenamente de manifiesto.
Una vez que el alma adquiere forma humana, por regla general sólo avanza mediante encarnaciones humanas. La encarnación retrógrada es extremadamente escasa en la corriente de vida que se autocompleta y avanza. A veces es resultado de un mal uso flagrante de poderes ocultos. La encarnación retrógrada no es una regla general sino una extremadamente rara excepción. La continuación de la forma humana, sin retroceso a forma sub-humana alguna, es lo que ocurre normalmente. Incluso por transgredir gravemente las leyes morales, la misma alma estipula que debe pasar por lo opuesto de lo que ha hecho o experimentado. Por ejemplo, quien asesinara a otro por lujuria, podría ser asesinado por lujuria, en la misma encarnación o en la siguiente, comprendiendo así la vileza de su atroz crimen.
Sin embargo, la encarnación retrógrada puede tener lugar en aquellas circunstancias excepcionales en la que se usaron poderes ocultos para perpetrar crímenes atroces. Es de esperar que un alma que posea poderes ocultos (por su ubicación en un plano superior) los tenga bajo control. Pero si abusa gravemente de ellos porque es víctima de sus bajos deseos o de sus proyectos egoístas, entonces ella misma se impone el drástico castigo de tener que retrotraerse a la forma sub-humana y volver a comenzar su evolución desde ese sitio. Algo como esto puede suceder en el cuarto plano, a menos que intervengan oportunamente algunos seres superiores. Pero un retroceso de este tipo es algo muy inusual. El avance de la corriente de vida implica un ascenso cada vez mayor hacia la cumbre de la Verdad realizada, y un despliegue cada vez mayor de la divinidad interior.