Para la purificación de tu corazón, deja tus pensamientos tranquilos pero mantén una constante vigilancia sobre tus acciones. Cuando tengas pensamientos de enojo, lujuria o codicia, no te preocupes por ellos y no trates de detenerlos. Deja que todos esos pensamientos vengan y se vayan sin ponerlos en acción. Trata de generar pensamientos contrapuestos con el fin de discernir, discriminar y aprender y sobre todo, anular las acciones, las cuales son impulsadas por tus propias impresiones.
Si la gente actúa deshonestamente contigo y crea obstáculos para ti y te engaña y aun así te mantienes honesto y puro, eres muy afortunado; porque estos tramposos o supuestos enemigos, son tus amigos. Ellos limpian tus imperfecciones y debilidades y despejan tu Sendero hacia Dios.