Mahoma comandó a los musulmanes en grupos de asalto, dirigidos principalmente contra las caravanas comerciales de la comunidad Quraysh. Al hacerlo, estaba organizando a los árabes de una manera fundamentalmente nueva, que estaba más de acuerdo con el Islam que con las lealtades tribales. Por lo tanto los musulmanes Quraysh se estaban enfrentando con su propia tribu al llevar a cabo estos ataques grupales, los cuales hicieron que Mahoma intensificara al mismo tiempo sus propias batallas contra los Quraysh y su propia labor destinada a unir y desarrollar en Medina la nueva comunidad musulmana.
Mahoma estaba decidido a atacar a la caravana de los Quraysh cuando ésta regresaba de Siria, y salió con 314 hombres desde Medina hacia Bedr, un oasis situado al Sudoeste de Medina, en el que las caravanas se detenían por el agua. Cuando los Quraysh se enteraron del plan, enviaron guerreros desde La Meca. Sin embargo, varios clanes del ejército Quraysh regresaron a La Meca cuando descubrieron que era intolerable pensar que tendrían que combatir contra los de su propia tribu. Los musulmanes triunfaron en la batalla de Bedr, la cual significó la primera gran victoria militar del Islam. Fue una prueba de lealtad a Dios y a su Profeta para los fieles que fueron recompensados con el Paraíso (los que murieron en combate) o con la alegría de la victoria sobre los Quraysh.
La alegría de la victoria no la compartieron los judíos y los denominados “hipócritas” (los que se hacían pasar por musulmanes pero no eran sinceros). Los judíos empezaron a pensar que no estaban obligados por el pacto con Mahoma, y una tribu judía le dijo a Mahoma que, si ellos guerreaban contra Mahoma, derrotarían al Profeta. Posteriormente, ocurrió un episodio en el que un musulmán mató a un judío y otro judío mató al musulmán como represalia. Mahoma debía mediar, según el pacto, en una controversia de esta índole, pero los judíos se negaron a someterla a consideración de Mahoma. Se replegaron en su fortificado sector de Medina pero los musulmanes sitiaron ese sector y finalmente los judíos se rindieron. Como castigo por no cumplir el pacto y ser desleales, Mahoma los desterró de Medina, y se los obligó a abandonar muchos de sus valiosos bienes.
El conflicto de Mahoma con los judíos no fue religioso sino político. Según las cláusulas del pacto, los judíos podían convertirse libremente al Islam pero también conservar su religión. La tribu judía fue proscripta por su renuencia a respetar a Mahoma como jefe político de Medina. Mahoma había abandonado claramente la actitud pacífica de Jesús. La disposición para la lucha formaba parte integral del Islam, y Mahoma y los musulmanes estaban preparados para utilizar la fuerza donde la política fracasaba.
Los Quraysh pensaron que el surgimiento de los musulmanes era una amenaza tanto para su sustento como para su estabilidad política, y enviaron un ejército contra los musulmanes. Mahoma se puso en marcha, con aproximadamente mil hombres, hacia Uhud, al Norte de Medina, para enfrentarse con el ejército Quraysh. Desafortunadamente trescientos “hipócritas” desertaron. Los setecientos hombres restantes fueron incapaces de cumplir la estrategia de Mahoma, y los Quraysh ganaron la batalla. Una piedra golpeó la cara de Mahoma y le hizo perder algunos dientes, y también un sablazo lo tajeó. Lo único que hizo esta derrota fue fortalecer la decisión de Mahoma, quien a continuación comandó otros grupos que atacaron a los Quraysh.
Entretanto, creció la tensión entre otra tribu judía y los musulmanes. Después de que Mahoma evitó exitosamente la conjura de algunos judíos para matarlo, volvió a sitiar a la tribu judía culpable y la desterró. Los musulmanes pudieron reclamar la tierra y las posesiones valiosas de los judíos que fueron desterrados. A Mahoma no le agradaba el conflicto entre judíos y musulmanes porque siempre esperó que el pacto sentara las bases para una coexistencia pacífica. En realidad, incluso después de desterrar de Medina a la segunda tribu judía, Mahoma reprendió severamente a un musulmán que había atacado a un judío por una discrepancia religiosa. El mensaje de Mahoma para los musulmanes fue que tanto los mensajeros judíos como su propio mensaje eran iguales porque habían provenido del mismo Dios.34
Los biógrafos de Mahoma (al menos los biógrafos que escriben en inglés) tienden a presentarlo como demasiado humano, ignorando su consciencia de Avatar, o como demasiado piadoso, como si él no hiciera otra cosa que canalizar revelaciones. En cambio, el Avatar es intensamente humano, lleno de alegría y buen humor, y asimismo de seriedad.
Baba contó el siguiente episodio divertido que tuvo lugar en la vida del Profeta: “Mahoma era muy afecto a comer dátiles. Un día, una madre le trajo al hijo de ella quejándose porque el niño comía muchos dátiles todos los días y por eso sufría de disentería. El niño se negaba a obedecer a sus padres y un día les contó que no comería dátiles solamente si Mahoma le decía que no lo hiciera. Mahoma no podía decirle al niño que no comiera dátiles cuando a él mismo le gustaban muchísimo los dátiles. Le dijo a la madre que regresara unos días después. Entretanto, el Profeta Mahoma dejó de comer dátiles y, días más tarde, cuando la madre le trajo otra vez al niño, él le dijo que no comiera dátiles. El niño obedeció de inmediato”.35
Otra anécdota que Meher Baba contó sobre Mahoma demuestra también su sentido del humor. “Dicen que, en una ocasión, Rasul-e-Khuda, el Mensajero de Dios, se sintió indispuesto, y alguien sugirió que se debía a un mal de ojo y que Mahoma debería dormir sobre una almohada con una navaja abierta debajo. Mahoma lo hizo, y posteriormente declaró que se sentía bien. Ya sea que lo llamemos ordinario o divino, éste era el sentido del humor del Profeta Mahoma”.36
Después de la batalla de Uhud, Mahoma condujo otra fuerza hacia Bedr pero los Quraysh no aparecieron y los árabes los subestimaron. Sin embargo, los Quraysh movilizaron un ejército de aproximadamente 10.000 hombres y marcharon sobre Medina. Durante este tiempo, determinados “hipócritas” y otra tribu judía se aliaron con los Quraysh esperando derrotar a los musulmanes. Mahoma dirigió a los musulmanes en la construcción de una trinchera fuera de Medina y esto desconcertó por completo a los Quraysh, quienes llevaron sus animales hasta la trinchera y se detuvieron. Los Quraysh y los musulmanes se amenazaron e insultaron mutuamente durante casi un mes desde uno y otro lado de la trinchera, pero finalmente los Quraysh se dieron por vencidos y regresaron a La Meca. La estrategia de Mahoma había triunfado con un mínimo de lucha.
Una tribu judía había violado otra vez el pacto, cometiendo fundamentalmente una traición contra la comunidad musulmana de Medina. En respuesta, Mahoma sitió a los de esa tribu, y se rindieron. Los aliados árabes de esta tribu judía en particular imploraron clemencia pero Mahoma delegó la decisión al criterio de un hombre que había sido herido en la batalla de la trinchera. Ese hombre estaba muriendo porque se le había infectado la herida y no estaba dispuesto a apiadarse. Impuso la pena de muerte a los judíos y la esclavitud a las mujeres y a los hijos de aquéllos. Mahoma permitió que se cumpliera la sentencia.
Mahoma agradeció en alabanza a Dios por no haber tenido relaciones sexuales con una mujer antes de casarse con Khadija.37 Aunque decretó la poligamia, no aprobó las relaciones sexuales extramaritales.38 En este sentido, las opiniones de Mahoma sobre la sexualidad coinciden con las de todos los Avatares. Los estudios efectuados por el autor no han descubierto casos de relaciones sexuales extramaritales por parte de los Avatares. Esto formó parte de un patrón constante del Avatar destinado a elevar la condición femenina, siendo ésta una labor que el Avatar efectúa en cada advenimiento, aunque tal vez parezca exagerado que Mahoma aceptara la poligamia. El mensaje para los musulmanes fue claro en eso: aunque el Islam no los obliga a tener una sola mujer, prohíbe las relaciones sexuales extramaritales, y espera que los hombres se casen y se responsabilicen de las mujeres con las que eligen estar físicamente comprometidos.
En la primera parte del año 628, Mahoma soñó que había realizado el peregrinaje a La Meca sin encontrar oposición. Anunció su intención de efectuar la peregrinación y pidió a sus seguidores que lo acompañaran. Muchos musulmanes de Medina, entre 700 y 1.400 de ellos, peregrinaron con él. Mahoma se vistió como un peregrino tradicional y llevó consigo 70 camellos para que fueran sacrificados. A quienes lo acompañaron no les permitió llevar otras armas que no fueran espadas. Los seguidores no fueron un ejército sino un grupo fiel de peregrinos. No sólo hubieran sido incapaces de vencer a los Quraysh blandiendo sólo espadas sino que se hubieran vuelto vulnerables a un ataque total de los Quraysh si éstos decidían librarse de los musulmanes y de Mahoma de una vez por todas. La peregrinación fue una prueba de fe en Dios y de lealtad a su Mensajero.
Antes de que llegaran a La Meca, un mensajero previno a los peregrinos que no podrían entrar en La Meca y que los Quraysh habían enviado jinetes para impedirles avanzar. Entonces Mahoma desvió a los peregrinos hacia Hudaibiya, a poco más de doce kilómetros fuera de La Meca. Desde allí se valió de mensajeros para negociar con los Quraysh, quienes estaban preocupados porque Mahoma fuera a luchar y ellos querían hacerle saber que se opondrían a Él con la fuerza. Mahoma le aseguró a un mensajero de La Meca que lo único que Él quería era rendir honores a La Kaaba como la Casa de Dios. Ese mensajero dio cuenta del mensaje de Mahoma junto con su propia observación de que Mahoma concitaba más veneración y lealtad que persona alguna que él hubiera visto alguna vez.
Mahoma envió a su propio mensajero a La Meca pero, cuando no regresó rápidamente, los peregrinos se inquietaron muchísimo. En realidad, eran sumamente vulnerables a un ataque de los Quraysh y tenían motivo para temer por sus vidas. Entonces Mahoma pidió a los peregrinos que se comprometieran a serle leales, y uno por uno desfilaron frente a Él, tomaron su mano y le juraron fidelidad. Sólo uno de los peregrinos desistió de hacer el juramento.
En varios momentos de la misión de Mahoma, los musulmanes debieron comprometerse en fe y lealtad. Mahoma tenía confianza en el juramento de lealtad de los hombres de Yathrib para emigrar allí. La Batalla de Bedr requirió un compromiso de fe, como la lealtad exigida en Hudaibiya. Esta lealtad tuvo un premio inmediato cuando llegó un mensajero de La Meca para concertar una tregua con los musulmanes. He aquí lo que Mahoma convino con este mensajero: 1) Habría una paz de diez años, en los que ambos bandos podrían desplazarse con seguridad. 2) Si alguno de La Meca llegaba a acercarse a Mahoma, los musulmanes se verían forzados a enviarlo de regreso. Si alguno de los musulmanes iba a La Meca, no sería obligado a regresar a Medina. 3) Y las tribus podrían aliarse con Mahoma o con los Quraysh. Si lo hacían, estas tribus estarían sujetas a la tregua de diez años. 4) Los musulmanes regresarían a Medina, pero el siguiente año podrían peregrinar hasta La Meca durante tres días.
Los musulmanes se sumieron en una profunda depresión tras concertarse la tregua. Los diez años de paz permitirían que los Quraysh tuvieran la oportunidad de renovar su tráfico de caravanas hasta alcanzar su anterior nivel de prosperidad. Además, las cláusulas les parecieron unilaterales y humillantes. Mahoma les aconsejó que tuvieran paciencia. Los musulmanes sacrificaron sus camellos y se raparon –según los rituales de peregrinación– sin ir a La Meca, y regresaron a Medina.
La tregua tuvo el efecto de permitir que los paganos se mezclaran con los musulmanes, y muchos paganos se convirtieron al Islam. Asimismo, cuando las mujeres emigraban de La Meca, Mahoma declaró que los términos de la tregua de Hudaibiya no comprometía a las mujeres. Además, algunos jóvenes de La Meca, que simpatizaban con Mahoma, emigraron a un pueblo cercano en lugar de dirigirse a Medina porque no querían que los hicieran regresar a La Meca. Ganaban su sustento asaltando a las caravanas de los Quraysh, y entonces éstos le suplicaron a Mahoma que incluyera a aquéllos en la familia musulmana para que estuvieran obligados por las cláusulas de la tregua.
Mahoma y un ejército musulmán pusieron sitio a Kheibar, un asentamiento judío situado al norte de Medina. El sitio tuvo éxito y, por resultado, los mahometanos obtuvieron armas, ropa, alimentos y otros botines de guerra. Según las cláusulas de la tregua, los judíos de Kheibar podían seguir cultivando sus tierras si pagaban la mitad del producto anual a los musulmanes. Cuando la lucha terminó, una judía llamada Zainab invitó a Mahoma a cenar, y le sirvió cordero asado al que había envenenado. Mahoma lo escupió antes de tragarlo, diciéndole que creía que estaba envenenado. Zainab admitió la acusación, diciendo que había creído que Él sabría lo del veneno si fuera un verdadero profeta. En su lecho de muerte, Mahoma atribuyó al veneno los sufrimientos de su última enfermedad.
Mahoma envió un mensajero al Negus de Abisinia para facilitar el regreso de los musulmanes que habían emigrado hacia allá. Muchos aceptaron la invitación, incluso el hermano de Alí. Mahoma se casó con una de las mujeres que habían enviudado en Abisinia.