Esto me recuerda a una situación similar. Otro tema que durante los primeros años Baba sacaba a relucir y sometía a discusión era el de los círculos. Baba había explicado que mientras el Maestro Perfecto tiene un círculo de doce discípulos íntimos, el Avatar tiene diez círculos de doce discípulos cada uno. Los mándalis quedaron intrigados con esta explicación y empezaron a tratar de descifrar a qué círculo pertenecía cada uno de ellos. Discutieron y especularon mucho entre ellos respecto de sus ubicaciones en los círculos de Baba.
Fue hacia esta época que a Pleader, quien había acudido a Baba para Realizar a Dios, le informaron que no estaba en ninguno de esos círculos. Esto fue muy duro para Pleader, y fue a ver a Baba para quejarse:
–¡Baba, los demás me dicen que no estoy en ninguno de tus diez círculos!
–Eso es –Baba estuvo de acuerdo–, ¿pero te gustaría saber por qué no estás? Porque tú eres mi ‘encargado’. –Bueno, lógicamente Pleader quedó encantado al oír esto. Como hombre a cargo, él era su heredero espiritual y, como tal, su posición era más elevada que la de cualquiera en cualquiera de los círculos. Pleader se regocijó al oír esto y, después de hacerle prometer que no se lo revelaría a nadie, Baba incluso le dio una hoja de papel en la que estaban escritos los nombres de todos los miembros de los círculos. Nunca vi esa hoja, pero algunos de los primeros mándalis me dijeron que Pleader acostumbraba a tenerla dentro de un bolsito que él llevaba siempre encima como un “sello” de su oficio.
Cuando los demás se enteraron de que Pleader era el encargado, esto fue demasiado para ellos.
–Pero, Baba –protestaron–, ¿cómo puede ser Pleader tu encargado? ¡Él ni siquiera te ama! Lo único que quiere es la Realización de Dios. –Y otros le decían–: Hemos estado todos estos años contigo, ¿y ahora haces que Pleader, quien acaba de llegar, sea tu encargado? –En todo caso la discusión sólo empeoró.
Pienso que Baba debió haberse divertido con todas estas disputas insignificantes. De todos modos, posteriormente, cuando estaba dictando Dios habla, Baba nos explicó que el Avatar, a diferencia de un Maestro Perfecto, ni siquiera tiene un encargado.
Recuerdo que me uní a Baba en 1938 en medio de esa controversia por los círculos. Un día Baba me preguntó:
–¿Qué haces cuando no estás conmigo?
–Voy a escuchar a los otros, Baba.
–¿Y de qué hablan ellos?
–De los círculos, Baba. Pero de ningún tipo de círculos de los que haya oído hablar antes. Yo estudié geometría y trigonometría, pero no puedo tener en claro de qué clase de círculos están hablando.
Baba se rió y me dijo con gestos:
–Deja que eso te entre por un oído y te salga por el otro. –Y sin que pasara mucho tiempo, fue olvidada por completo la cuestión de quién estaba en determinado círculo. Baba siempre nos daba lugar para que fuéramos nosotros mismos, lo cual significaba que de vez en cuando diéramos rienda suelta a tonterías como la referida al círculo en el cual estábamos, pero al final Baba siempre nos ponía las cosas en su sitio y nosotros podíamos comprender que amar y obedecer a Dios era lo único realmente importante. Nada más importaba.