Dios y el amor son idénticos. Quien tiene amor divino ha recibido a Dios.
El amor divino nos hace honestos con nosotros mismos y con los demás. El amor divino es la solución a nuestras dificultades y a nuestros problemas. Nos libera de todo tipo de ataduras. Nos hace hablar honestamente, pensar honestamente y actuar honestamente. Hace que nos sintamos uno con el universo entero. El amor divino purifica nuestros corazones y glorifica nuestro ser.
Amar a un alma es como agregar su vida a la tuya. Tu vida, por así decirlo, se multiplica y virtualmente vives en dos centros. Si amas al mundo entero, indirectamente vives en el mundo entero.
El amor divino es cualitativamente diferente del amor humano. El amor humano es por los muchos en el Uno y el amor divino es por el Uno en los muchos. El amor humano lleva a complicaciones y enredos; el amor divino es integración y libertad. En el amor divino los aspectos personales e impersonales están balanceados; pero en el amor humano los dos aspectos predominan alternadamente. El amor humano es limitado en sus aspectos personales e impersonales; pero el amor divino, con su fusión de los aspectos personales e impersonales, es infinito en existencia y expresión.
Aun el más elevado amor humano está sujeto a las limitaciones de la naturaleza individual; el amor divino surge después de la desaparición de la mente individual y está libre de las trabas de la naturaleza individual. En el amor humano persiste la dualidad del amante y del amado; pero en el amor divino el amante y el amado son uno. El amante se ha liberado del dominio de la dualidad y se ha hecho uno con Dios; porque el amor divino es Dios.
Comienza a aprender a amar a Dios amando a aquellos a quienes no puedes amar. Cuanto más recuerdas a otros con bondad y generosidad más te olvidas de ti mismo y cuando te olvidas completamente de ti mismo encuentras a Dios.
La travesía del alma es una historia de amor divino en la que el amante, quien al principio es consciente del vacío, de la frustración, de la superficialidad y de las cadenas del cautiverio, alcanza una expresión del amor cada vez más completa, y finalmente se fusiona en la unidad del amante y el amado en la suprema y eterna verdad de Dios como amor infinito.
El verdadero amor no es un juego de débiles y cobardes. Este amor nace de la fuerza y la comprensión.
Anhela sólo una cosa, desvélate por una cosa, anhela aquello que matará a los millones de otros anhelos: anhela la unión con el Amado.
Yo soy el Antiguo, el que reside en todos los corazones. Por lo tanto, ama a otros, hazlos felices, sirve a otros aun a costa de incomodidades para ti; esto es amarme.
Dios es honestidad infinita. Para amar a Dios debes ser honesto.