La meditación ha sido a menudo interpretada erróneamente como un proceso mecánico durante el cual se fuerza a la mente sobre alguna idea, sobre algún objeto. Naturalmente, la mayoría aborrece meditar porque le resulta muy difícil obligar a la mente a que siga una dirección en especial o viceversa, que se atenga a una cosa en particular. Cualquier manejo mecánico de la mente es no solamente molesto, sino que en última instancia, seguramente va llevar al fracaso. El primer principio que los aspirantes tienen que recordar es que, durante la meditación, a la mente sólo se la puede controlar y dirigir de acuerdo con leyes inherentes de la estructura mental propia, y de ninguna manera mediante la aplicación de fuerzas mecánicas o semi-mecánicas o condicionadas.
Muchas personas que técnicamente no meditan se encuentran frecuentemente enfrascadas en forma profunda e intensa en pensar de manera sistemática, ordenada, clara sobre algún problema práctico o algún problema teórico vinculado con algún tema en particular. El proceso mental de esas personas es, en un sentido, muy parecido a la meditación, puesto que la mente se aboca por completo a pensar intensamente en un tema particular y de esta manera excluyen todas las demás cosas que no son relevantes. La meditación suele ser fácil, espontánea en esos procesos mentales porque la mente medita sobre un objeto que le interesa y que comprende cada vez más.
La tragedia espiritual de los sucesivos pensamientos comunes, pensamientos corrientes es que no se dirigen hacia cosas que tienen valor, de real importancia. Por otra parte, el objeto de la verdadera meditación siempre tiene que ser escogido cuidadosamente y debe ser un tema espiritualmente importante, esto ha de ser alguna forma o algún objeto vinculado a lo divino, o algún tema o verdad espiritualmente significativos. A fin de que la meditación sea exitosa, la mente debe interesarse no solamente en temas o en verdades vinculadas a lo divino, sino que también debe empezar a tratar de comprenderlos, valorarlos y apreciarlos. Este tipo de meditación inteligente es un proceso natural de la mente, y puesto que evita la monótona rigidez y la regularidad de la meditación mecánica, se torna por un lado espontánea, inspiradora y por otro fácil y exitosa.