Estando en Nasik, en la mañana del 28 de mayo de 1937, Baba pronunció este discurso sobre el amor:
¿Qué es el amor? Dar, sin pedir nunca. ¿Qué genera este amor? La gracia. ¿Qué genera esta gracia? La gracia no se compra barata. Se la gana estando siempre dispuesto a servir y siendo reacio a que a uno lo sirvan.
Hay muchas cuestiones que generan esta gracia:
Desear el bien de los demás a costa de nosotros mismos;
Nunca hablar mal de los demás;
Ser tolerantes en todo;
No tratar de preocuparse, lo cual es casi imposible, pero intentarlo de todos modos;
Pensar más en los buenos aspectos que en los malos de los demás.
Cuando Cristo dijo: “Ama a tu prójimo”, no quiso decir enamórate de tu prójimo. Si ustedes hacen a la perfección lo que acabo de decirles, el resto se dará por añadidura. Entonces la gracia desciende. Tengan amor, y cuando ustedes tengan amor, la unión con el Amado es segura. Cuando aman, dan. Cuando se enamoran, desean. Ámenme de la manera que gusten, pero ámenme. Todo es lo mismo.
Ámenme. Soy puro, soy fuente de pureza; por ello, consumo todas las debilidades en el fuego de mi amor.
Denme todos sus pecados, debilidades y virtudes, pero dénmelos. Ni siquiera me importaría que uno se enamorara de mí; puedo purificarlo. Pero cuando se enamoran de otra persona, a eso no pueden llamarlo amor.
El amor es puro como Dios. Da sin pedir nunca. Es necesaria la gracia para tener ese amor.
Este amor no lo tienen los yogis del Himalaya, de largas pestañas y largas barbas, que meditan durante años y están sentados en samadhi. Este amor es muy precioso. La madre muere por su hijo, he aquí un sacrificio supremo, pero esto no es amor. Los héroes mueren por su país, pero eso no es amor.
Ustedes sólo podrán conocer al amor cuando tengan amor. No pueden entenderlo teóricamente, tienen que experimentarlo.
Majnún amaba a Layla. Esto era amor puro, no físico ni intelectual, sino amor espiritual. El veía a Layla en todas las cosas y en todo lugar. Nunca pensaba en comer, en beber o dormir sin pensar en ella. Quería la felicidad de ella todo el tiempo. Le habría alegrado verla casada con otro si hubiera sabido que eso la haría feliz. Finalmente, esto lo condujo hacia mí.
Cuando aman, no piensan para nada en sí mismos sino en el Amado, a cada segundo continuamente.
Ustedes no podrían tener este amor aunque lo intentaran. Esto requiere gracia. Pero los intentos generan la gracia.
¿Qué es Dios? Amor. Infinito amor.
— Bhau Kalchuri, Lord Meher VI.