Esto me recuerda un hecho ocurrido durante la visita de Baba a Estados Unidos en 1952. Baba estaba en Myrtle Beach y una de las personas que fueron a verlo era una mujer que lo había conocido en 1935 en Estados Unidos. Ella se sentía muy mal porque su manera de vivir le hubiera desagradado a Baba haciéndolo sufrir. Baba le aseguró que él la amaba y que no se preocupara por nada más. Pero al día siguiente, cuando ella vio a Baba, una vez más se mostró disgustada por sus debilidades que habían hecho sufrir a Baba.

–No te preocupes por tus debilidades. Al final desaparecerán; un día el amor las consumirá aunque persistan. Todo desaparece en el Océano del Amor. A causa de mi amor por ti, tú tienes dentro tuyo un remanso de amor. Cuando te sientas desdichada y caigas en tus debilidades, báñate en este remanso de amor. Refréscate en este remanso de mi amor dentro tuyo. Está siempre ahí. Aunque todos los días laves tus debilidades en este remanso, éste seguirá siendo transparente. No te preocupes. Baba te ama, eso es lo que realmente importa.

Baba nos consolaba:

–Ustedes tropiezan y vacilan, pero si no se caen, ¿cómo podré ejercer mi compasión infinita? Recuérdenlo, cuando tropiezan, mi mano se tiende para levantarlos. –Todo lo que importa es recordar a Baba. No insistan ni cavilen sobre sus debilidades, flaquezas y fracasos; eso no los llevará a ningún lado. Lo que cuenta en el sendero del amor es empezar a recordar a Baba cada vez más y más.

— Eruch Jessawala, Eso fue así, anécdota "El remanso del amor".