Meher Baba ha dado precisas descripciones del sendero espiritual en diversos libros y publicaciones durante los últimos treinta años. Sus declaraciones indican, en las siguientes páginas, el camino que Él traza para el buscador.
A Dios no se lo puede explicar, no se lo puede razonar, no se lo puede teorizar, ni se lo puede discutir ni entender. Dios sólo puede ser vivido…
Entender la Realidad infinita y eterna no es el objetivo de los seres individualizados en la ilusión de la Creación, porque a la Realidad nunca se la podrá entender: ha de ser realizada mediante experiencia consciente.
Por lo tanto, el objetivo consiste en realizar la Realidad y alcanzar el estado de “Yo Soy Dios” en la forma humana.(I)
No hay criatura que no esté destinada al objetivo supremo, pues no hay río que no serpentee hacia el mar. Pero solamente en la forma humana la consciencia está tan desarrollada que es capaz de expresar la perfección de su propio ser verdadero, el cual es el Ser de todos.
Sin embargo, incluso en la forma humana el alma se ve impedida de concretar su natural derecho de gozo y realización, debido al peso de los sanskaras (impresiones, deseos y hábitos) que ella acumuló como consecuencia de su arduo desarrollo de la consciencia. Como el polvo que se acumula en los zapatos de quien viaja a pie, el peregrino acumula estos sanskaras cuando recorre el sendero evolutivo.
En la forma humana, que es el producto culminante de la evolución, la vida divina se enmaraña en los depósitos sanskáricos de la mente. Por lo tanto, la expresión de la vida divina es restringida y deformada por las distracciones de los sanskaras, que en cambio sueldan a la consciencia con las fascinaciones de lo falsamente fenoménico.
Uno tras otro deberán ser abandonados los multicolores apegos a lo falso. Poco a poco, la yesca sanskárica que alimenta las engañosas llamas del ego separativo deberá ser reemplazada por la imperiosa evidencia de la inextinguible llama de la verdad. Solamente de esta manera el hombre podrá ascender hasta la cima de la realización divina: el interminable inicio de la vida eterna.
La vida en la eternidad no sabe de esclavitud, decadencia ni pesar. Es la autoafirmación perpetua y siempre renovada de la ilimitable divinidad consciente. Mi misión consiste en ayudar a heredar este tesoro oculto del Ser.(II)
La condición esencial del avance espiritual es la disminución del egoísmo a su mínima expresión. Es muy necesario para que el aspirante se mantenga libre de la idea de “Yo hago esto, y yo hago aquello”. Sin embargo está atrapado en el dilema de que si permanece inactivo, no hace nada para abrirse paso y salir de la prisión de su vida egoica; y si emprende una vida activa, afronta la posibilidad de que su ego se traslade a estos nuevos actos.
Para evitar la inacción por un lado y una acción soberbia por el otro, es necesario que el aspirante construya un ego provisorio y activo que se someta enteramente al Maestro. Antes de iniciar una cosa, el aspirante piensa que no la está haciendo y que es el Maestro quien la está haciendo por medio de él: y después de hacerla, no se queda reivindicando los resultados de la acción o disfrutándolos, sino que se libra de ellos ofrendándolos al Maestro. Así logra crear un ego nuevo que es fuente de esa confianza, emoción, entusiasmo y energía que la verdadera acción debe expresar. Pero este nuevo ego es espiritualmente inofensivo y, cuando llega la hora, puede ser desechado como una prenda de vestir. (III)
La manera más fácil y segura de perder nuestro ego finito consiste en entregarnos completamente al Maestro Perfecto, o al Avatar, quien es conscientemente uno con la Verdad. En Él el pasado, el presente y el futuro del individuo se ahogan y, durante su incondicional obediencia al Maestro, al individuo no lo atan más las acciones buenas y malas. Esta completa entrega es, en sí misma, completa libertad.
De todos los altos senderos que el peregrino recorre directamente hacia su destino divino, el más rápido es por medio del Avatar. El sendero por medio del Avatar está al alcance de todos los que se acercan a Él entregándose por completo y con fe inquebrantable.
El camino hacia la verdad perdurable está despejado y es seguro para quien tiene un firme amor al Avatar. Esta persona no deberá perder tiempo jugando con cosas que no importan. La lealtad a la verdad inmutable, guiada por un amor permanente, es el camino sencillo que conduce hacia Dios y la paz perpetua…
La completa entrega al Avatar no es posible para todos y cada uno. Cuando esto no es posible, los otros altos senderos que al final permitirán obtener la gracia de Dios son estos:
1. Amorosa obediencia al Avatar y recuerdo del Avatar, según nuestra capacidad;
2. Amor a Dios e intenso anhelo de verlo y unirnos con Él;
3. Estar en compañía constante con santos y amantes de Dios, y servirlos de todo corazón;
4. Evitar la lujuria, la codicia, la ira, el odio y las tentaciones del poder, de la fama y de la crítica;
5. Dejar a todos los seres y todas las cosas con completo renunciamiento externo y, en soledad, consagrarnos al ayuno, la plegaria y la meditación;
6. Cumplir todos los deberes propios del mundo con corazón puro y mente limpia, y con igual aceptación del éxito y del fracaso, mientras permanecemos desapegados en medio de intensa actividad;
7. Desinteresado servicio a la humanidad, sin pensar en ganancias ni recompensas.
Los altos senderos son importantes porque llevan al peregrino hacia su destino divino. (II)
La mejor de todas las fuerzas, capaz de vencer todas las dificultades en el camino, es el amor que sabe cómo dar sin necesidad de regatear algo a cambio.
El amor puro es incomparablemente majestuoso; su fuerza no tiene paralelo, y no hay oscuridad que no sea capaz de disipar.
Dios escucha solamente el lenguaje del corazón y su mensaje de amor, el cual no tiene necesidad de ceremonias ni espectáculos: sólo requiere silenciosa devoción al Amado. (II)
A Dios no se lo entiende en Su esencia sino hasta que se lo entiende como Amor Infinito. (III)
El Amor Divino es ilimitado en esencia y expresión porque el alma lo experimenta mediante el alma misma.
El camino del alma es un romance divino, en el que el amante, que al principio de nada es consciente, salvo de vacío, frustración, superficialidad y punzantes cadenas de esclavitud, llega gradualmente a expresarse con una plenitud y una libertad cada vez mayores, y al final, desaparece y se funde en el Amado Divino para realizar la unidad del amante y del Amado en el hecho supremo y eterno de Dios como amor infinito. (III)
“Dios Habla”
“Escucha Humanidad”
“Discursos”